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sábado, 18 de junio de 2011

VERANO, PATO, LOGARITMO.





Casi días de verano.Víspera de San Juan...las pasiones reprimidas durante el largo otoño-invierno han ido despertando en primavera y parecen explotar. Aún queda tiempo para que estos lances epidérmicos y profundos se revelen fútiles, allá por finales de Agosto, cuando Septiembre avanza con su espesor monótono. Pero no. Estos son días de Sónar/Sònar, de prefestivales, de la noche mágica de San Juan. En las hogueras se volverá a invocar a dioses paganos que alimenten nuestro sueños de eternidad efímera. Es el espíritu de un tiempo magnífico, que solo es realmente real en tanto en cuanto se nos revela inasible. Los exámenes terminan, ciertos horarios se difuminan y queda el barco del alma a la deriva, consumiendo dulcemente su suerte concéntrica.

Mientras escribo este post la habitación del francés B que comparte piso conmigo, está convertida en un after astetada de quasitreiteañeros sulfurosos, que huelen a playa y a deseo de eternidad. También para mi son momentos de revisitaciones hors de sujet. Leo en estos días breves e inconscientes "El sueño de la razón" de Javier Fresán(RBA,2011). No sabemos aún si seguirá engendrando monstruos, lo que sí podemos afirmar es que no resitua en universos largamente olvidados: la paradoja de Rusell, Frege y sus contribuciones a las matemáticas, el número Pi(3,141592),los antecedentes de los ordenadores, la nueva geometría post-euclides,la paradoja del mentiroso, la teoría de gödel que nos permite sintetizar en un número cualquier proposición matemática. Recorro sin entender casi nada este breve y ligero opúscolo, que incluye diálogos de películas y fotografías de los científicos, para hacer más digerible el asunto y no asustar demasiado al consumidor potencial que ojea con desconfianza las páginas rápida y dubitativamente.

Yo recuerdo aquellos años de plomo en que estudiaba en el colegio primo de Rivera, es su antigua localización, en el llavaó, frente a la actual casa de cultura. En aquella sede dedicado al benefactor general padre de Jose Antonio, recuerdo colgados los números, que serían de los primeros que pude estudiar y ver a conciencia. El dos era un patito, el cuatro una silla y no se cual más un soldado. En aquellas tardes que se hunden en los recovecos perdidos de la memoria más plata, se iba dilucidando ya mi mala relación con las matemáticas. Nunca llegué a entender para que servía todo aquello. Sin embargo, ahora, unos 23 años después, reconozco sin comprender el esfuerzo de estos hombres por generar un construcción ideal y verdadera, por entender la verdad del mundo. Un ideal magnífico y incuestionable. Sin embargo, el libro que leo nos muestra que toda búsqueda de la verdad definitiva, de la geometría perfecta, fracasa una y otra vez. El pensamiento se resiste a pensarse totalmente y lo indecible nos asalta en medio de una noche larga y en el momento más inesperado. He conocido varias personas de ciencias, gente de mi edad con doctorados, investigadores. Pienso, por ejemplo, en mi amigo Igor Vrágovic, serbio valeroso y en Jose, de Toledo, que se dedica a drogar ratas en la UB.Antes mis preguntas inquisidoras siempre la misma respuesta de fondo: cinismo, descreimiento ante sus resultados y disciplinas. Sorpresa, eterna aporía...no obstante, continuo admirado y siempre recuerdo aquello de "No entre aquí quien no sepa geometría"

PD posterior: ¿Dónde quedó en este mundo superespecializado del "service client" el sueño de Leonardo, del hombre total del renacimiento?.Recordemos que los primeros filósofos del occidente moderno, los presocráticos, comenzaron con la física con aquella impresionante pregunta:¿Cuál es el principio de todo lo real?.

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