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sábado, 30 de marzo de 2013

Semana santa y tiempo del ciclo

Escribo en una de esas horas muertas de tarde de entrada de la primavera. Entre el sueño de la siesta y el cine consuetudinario queda un hueco estúpido que rellenar. Hace unos días me propuse hablar algo de la sociología de la semana santa de mi pueblo, crevillent.

Realmente lo que pretendo analizar creo que será una característica general, estructural a cualquier semana santa de España. En el principio fue la religión...aquellas sociedades medievales de las que directamente descendemos se organizaban alrededor el cristianismo. Este era el relato que cohesionaba a la comunidad, que nos decía quiénes éramos, cuales eran nuestros valores y a donde íbamos. Desde que el señor Jaume II reconquistara módicamente estas tierra la mezquita se convirtió en parroquia y este reducto volvió a contar en la nómina de la cristiandad. Que aquí permanecieran en realidad los musulmanes hasta casi ayer es otra historia, la del Rais de Crevillent, que comentaremos o no en otra ocasión.

Pues bien, aquella creencia proximo oriental, tan mediterránea ella, impregnó nuestra sociedad marcándola por los siglos de los siglos. ¿Qué es la semana santa sino una inmensa representación colectiva de la historia sagrada de un pueblo que reafirma sus raíces evocando la pasión, muerte y resurección de jesucristo?. No puede dejar de recordar a Joan Fuster llegados a este punto. Los pueblos de la comunidad valenciana articulan su vida colectiva con actos pasionales que duran pocos días pero que dan sentido al trabajo de todo el año.

Me llama la atención que cada familia tenga un paso al que sus miembros han pertenecido tradicionalmente. Las bandas de música, los pasos que se guardan en locales particulares, los santos que se han de vestir, las vestas, los capuruchos o nazarenos, las comidas colectivas con el pa torrat y las habas, el abraso de la morquera, las procesiones varias...mi madre contaba que como su padre era un gran devoto y formaba parte de la mayordomía y del paso de la Samaria. Mi padre es miembro del descendimiento y pagará su cuota hasta que fallezca. Mi hermana ya no sale en procesión pero estuvo vinculada al paso del huerto.

Religión, tradición, ritos, hermitas e iglesias, prácticas repetidas que pasan de generación en generación, peregrinajes a lugares locales señalados, pregones y cánticos como el destinado al de nuestra señora de los dolores. I tu de quin pas eres?. La subida al paseo del calvario que aún recuerda con su nombre la pasión de cristo...el márketing y consumismo cesa por un instante de ser el relato dominante y aquella historia sagrada de sufrimiento y redención inunda efímeramente la escena. Puentes y cirios, recordatorios a los muertos, recogimiento y senectud, niños y nuevos cofrades...por unos días la sociedad se concentra y apela a la trascendencia, vinculándose, articulándose y vertebrándose, que diría el siempre presente Don José.

Cada pueblo de esta España siempre pegada al III concilio de Toledo y al pacto estado iglesia que este supuso repite la letanía. El tiempo, cíclico como lo pensaran los clásicos, reaparece para agotarse con la promesa de que todo se repetirá el año próximo idéntico en esencia pero nunca igual. Es la magia de la tradición que estos días nos convoca...

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