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sábado, 2 de marzo de 2013

Leer os hará libres




Ayer, por un motivo ajeno a mi, pero en absoluto contra mi voluntad, volví a releer por un instante un breve fragmento de platón. Explicaba el sócrates que no es sócrates la teoría de la idea de bien. Yo veía la idea de Dios del posterior cristianismo por todas partes...indirectamente, unos días después, esto me hizo pensar en lo instrumentales que son casi todas nuestras ocupaciones.

Si no recuerdo mal uno de los principales principios de la filosofía es que no aspira a construir un saber práctico. En una era inundada por la tecnología y la ciencia aplicada no puede ser esta una ocupación más a contracorriente. Recuerdo que los filósofos atacaban con razón una de las bases que, junto al método experimental, ha servido para coronar a la ciencia como saber supremo: la ciencia reduce el problema al máximo para poder abordarlo. Siempre deja fuera de su campo de estudio las cuestiones más relevantes: el sentido de la vida y de la muerte(como si nos estuviera escuchando me ataca desde una ventana emergente un anuncio de crema antiedad que promociona el poder de algo llamado serum), la profundidad del ser, la esencia del amor y todas esas cuestiones radicales a las que, sabiendo que nunca responderemos, nos vemos condenados a buscar contestación.

Pues bien una de las pocas actividades que nos pueden acercar mínimamente a las reflexiones que necesitamos(y que evitamos día a día escapándonos metidos en trabajos, enfermedades, querellas innobles,etc)es la lectura.

Pasando a un plano más político he reflexionado estos meses sobre lo poco que quiere el poder que leamos. Aunque en las sociedades avanzadas existe la educación universal y se fomenta en teoría la lectura encontramos enseguida a aquellos que nos quiere hurtar la palabra: en el banco no me quiere dejar leer el contrato antes de fimarlo...tu pon un garabato ahí, hay que firmar ahora, nadie lo lee, tu fíate de mi. Recuerdo un director que me dijo que él hacía estas cosas porque si no iba rápido y realizaba operaciones que el cliente pasaría a firmar cuando pudiera la competencia se le adelantaría. Todos lo hacen, yo lo hago. Leer sin firmar, bajar la cabeza, asentir sin pensar.

¿No quería la ilustración kantiana que el hombre saliera de su minoría de edad y fuera libre?. Los anuncios ponen unas letras mínimas, microscópicas que pasan a una velocidad imposible. Ni un robot del google podría leer eso. Sin embargo en aquellos caracteres fugaces está la verdad oculta de la oferta, el pero que vuelve real lo que la imagen, el slogan y el gingle no quieren admitir. Hagan una apuesta: cuando más pequeña sea la letra más importante es lo que dice. Me han dado contratos de móvil impresos sin tóner que no se podía leer. Tonto yo por aceptarlos. Pero todos tenemos prisa, solo queremos consumir. En esto se ha convertido el live fast, die young.

En internet las condiciones de uso son muchas veces difíciles de localizar. Cuando la cosa es más sencillas y las encontramos echamos de menos aquellas facilidades que nos dieron al venderlos en USP principal. Termino ya por hoy. A ver si puede pasar por aquí al menos una vez al mes y mis otros yos más instrumentales me perdonan unos ratos de diletantismo vácuo.

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