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lunes, 18 de marzo de 2013

Viernes de fallas con Villacañas en librería LEO

Hay días en los que me alegro de mantener este pequeño espacio que nadie conoce ni recuerda, esta ventana donde generar una ficción de diario íntimo pero escrito en internet(que loca paradoja). Algunos de esos días son aquellos en los que tengo alguna historia personal que recoger, alguna anécdota acaecida un día interesante que no quiero olvidar.

Aquí, al abrigo de retuits y otras formas de difusión del contenido quería explicar un retal de una tarde en Valencia. Andaba yo(hace tres días)un viernes de fallas por Cardenal Benlloch y tenía que hacer tiempo para recoger a mi amigo Sven Vanhulle, belga flamenco proveniente de Barcelona. Tengo ganas de comprar el periódico para comprender un poco todo este cosmos fallero tan complejo. El periódico es como esa historia local del día a día. Busco en vano un kiosco para adquirir las provincias o el Levante-el mercantil valenciano a un precio módico. Al final me resigno...son las 16h, quiero comer algo. Trato de leer esto diarios en el móvil, no es lo mismo ni mucho menos. Tengo nostalgia de aquellas cabeceras de papel, de aquellas novelas instantáneas que estructuraban ciudadades y países antes del consumo hiperfragmentado y disolvente de internet. Necesitamos referentes como el país y similares para que estructuren la opinión pública, pensaba yo.

Pues bien entro al aseo y allí está el Levante. Esto es otra cosa...nada de leer 3 artículos en letra diminuta en un móvil que tarda 1000 años en cargarse. Y es que leer el periódico(y tantas otras cosas)es una cosa mucho más seria de lo que pensamos y tendríamos que negarnos a leer casi todo en un móvil. Pero tenemos prisa y nos deshacemos del tema mal y pronto. Cojo un buen plano de la ciudad con toda la lista de fallas y eventos. Esto sí es hacer ciudad, estructurar, dotarnos de referentes para interpretar la comunidad....sigo avanzando, el periódico invita a hojear, a terminar el cómic sobre valencia. Casi al final veo una foto de mi maestro de la Universidad de Murcia, José Luís Villacañas, que reside desde pequeño en Valencia a pesar de ser andaluz.  No lo leo, el titular solo dice que ha sacado un nuevo libro de recopilación de artículos con su condiscípulo Villaesclusa. Me voy de bar con las hojas sueltas secuestradas...me paseo por la librería París-Valencia de la Gran vía y por la feria del libro de ocasión. Recalo en un clásico Starbucks a tomar mi café de hielo de 5'10 euros. Me siento y tras un rato en twitter doy un vistazo al artículo de Villacañas. Incluso me arriesgo a leerlo aunque tenga más de 140 caracteres.

Resulta que presenta hoy un libro de recopilación de sus artículos en levante HOY MISMO!, concretamente en 20 minutos en un librería guay nueva en la que estuve hace dos días, la librería LEO. Son las 19'10h y la presentación inminente...salgo raudo hacia el palacio del marqués de dos aguas. LLego a tiempo y ahí está Jose Luís, siempre simpático departiendo con el personal. Lo saludo y hablamos de su situación en madrid, en la UAM. Acaba de volver de colombia y ha pasado una enfermedad...incluso la wikipedia le dio por muerto por unos días(muy borgiano, nos dice el maestro). La charla en la puerta de LEO finaliza y pasamos a la presentación en la que Villacañas cuenta un historia interesante sobre la relación de los marranos con el poder...Villaesclusa se centra mucho en todos los temas que me interesan últimamente: la digitalización del saber, los jóvenes y sus nuevos consumos culturales, la crisis de los diarios,etc.

Pasamos un rato entretenido sobre todo con las anécdotas de José Luís, que nos cuenta sus desventuras en Texas de EEUU. La charla termina y tengo que salir pitando al súper, los libros por desgracia no se comen. Gracias a Levante, al periódico Levante, pude saber que José Luís estaba en la ciudad y recuperar viejos momentos de complicidad que le permiten a uno recuperar aquella camaradería intelectual y política tan importante para continuar las tareas. Tuvimos además el honor de que el maestro se llevara de recuerdo el artículo robado del bar que permitió nuestro reencuentro. Larga vida a los diarios, los libros y la cultura...que pasar al digital no haga que se pierdan todas estas entrañables latitudes humanas. En ello estamos

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