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lunes, 23 de enero de 2012

SARA O MEDITACIÓN DEL DESVARÍO

¿Qué es la razón, qué la verdad?. ¿Quién está loco y quién cuerdo?, ¿Quién percibe la realidad tal como es?, ¿Existe la realidad tal como es?. No hace falta remontarse al amigo Platón, que ya nos decía en el mito de la caverna que lo que vemos cada día no son sino sombras de una realidad superior, el mundo de las ideas. Tampoco necesitamos hablar de Descartes y su hipótesis del genio maligno, ni, por ejemplo, del cristianismo, que nos dice que todo lo que hay en este mundo no vale nada. Aparentemente vivimos en una de las etapas más centradas en los inmanente, en el aquí ya ahora. Vivimos la vida con poco moral, consumiendo lo que hay en el mundo sin pensar mucho en los demás y en una futura vida eterna en la que ya no confiamos. No obstante, la necesidad de evasión, de trascender lo existente no nos puede abandonar puesto que es constitutiva del ser humano. Sara es una señora mayor que cuidó largo tiempo de mi bisabuela, ya muerta hace unos veinte años. Fallecida la ciudada la cuidadora quedó ociosa y fueron pasando los años. La vejez de Sara le trajo la demancia senil. Antes todos sabían que el abuelo, pasado un cierto tiempo,se quedaba medio tonto, no se enteraba. Le fallaba el riego. Ahora diagnostican, miden, nombran: lo llaman alzheimer o cosas similares. Sara vive ya en otro mundo...pero es tan fácil decir que la equivocada es ella. Pongamos como ejemplo una de las ficciones más útiles y extrañas de la raza humana: la moneda. Se basa esta en un acuerdo irreal,que convierte trozo de papel quasi inútil en un bien con gran valor de cambio. Vivimos pues en la ficción, de la ficción. ¿No es acaso estar loco simplemente no comulgar con la ficción mayoritaria?. El hereje, el discordante, el displicente. Ya lo elogió Erasmo de Roterdam. Pero claro, los demás, los mayoritarios, alzan rápido la voz:-¡Está loco, está loco!, proclaman. Y así mantienen su sistema de ficciones mayoritarios. Cuando dos hombres hacen un deporte no están por ventura sino compartiendo una ficción, un mundo imaginado. ¿Qué pensaría el no avezado de dos tenistas?, ¿entendería que unas bolas fueran buenas o malas?. No es tan fácil como parece. Dos ideas para terminar: nunca el cuerdo es cuerdo para siempre. Es más, cuando es niño aún no entiende y cuando es mayor desvaría...nadie por mucho tiempo sintoniza con "la verdad" oficial, que, además, es momentánea y cambiante. Otra cosa: el loco de hoy será el genio del mañana. Su utopía estúpida y desechada no es sino la base de los cosmos irreales que, mañana y por arte de magia, todos creerán comprender

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