Nos levantamos relativamente pronto. Fuimos a la estación de bus de Iruña, al lado de la fortaleza-baluarte. Fuimos avanzando hacia el norte en dirección a Francia y hacia el mar. Yo dormí toda la ida pero en la vuelta lo pude constatar: aquello era más verde y bastante más humedo. Bajamos en la inexistente estación de bus. Enseguida por el plano nos dimos cuenta de la estructura peculiar de la ciudad: entorno al río crecía hacia la bahía y la playa de la concha.
Poco a poco encontramos en centro: calles peatonales y buenos edificios, que se parecían a París. Las casas eran buenas, de pasta. Nos recibió el ayuntamiento y una lluvia intermitente pero constante. La temperatura era de unos 20º y el ambiente muy atlántico. La playa muy bonita, con buena bahía. Estuvimos por el puerto comprando souvenir y tomando alguna oliva. Nos recorrimos de arriba a abajo el centro, con el kursaal y el río hasta pasar tres veces por los mismo sitios. Probamos el famoso tapeo donostiarra con suerte desigual. Peor fue el segundo sitio, en la plaza de maría cristiana. Ya algo cansados de dar vueltas fuimos volviendo, café mediante.
La noestación nos volvió a recibir y el bus nos llevó a Pamplona de nuevo. Es curioso volver a una ciudad que no es la tuya pero que conoces de dos días y en la que ya comienzas a sertirte como en casa.
Tras una breve despedida en un paseo al super de la esquina se nos fue agotando el viaje. San Sebastián muy bonito y pamplona acogedor y sincero. Al día siguiente tren a ZGZ y bus de 4 horas a Valencia. Tras unas 8-9 horas viajando se confirmaba el destino ya anunciado: Barcelona-Tarragona. ¡Buenos viajes futuros!!.
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