domingo, 27 de noviembre de 2011
EQUILIBRI AL LLIURE
Ayer tras un Viernes más nocturno tocaba cambiar de registro. Optamos por la nostalgia y el teatro. Con mi nuevo libro de Serroy y su partenaire bajo el brazo, vamos hacia el teatro lliure, situado por poble sec, en la plaza de Margarida Xirgú, a dos pasos de mi primer piso en Barcelona. La obra elegida un poco al tún tún se llama "un fràgil equilibri". Voy caminando hacia allá en una tarde de otoño ya algo fría y obscura. Giro hacia el centro y busco la ronda de Sant Antoni. Paso por delante del mercado y del algunos recuerdo...éste está siendo remodelado y alguién ha escrito una frase resumidora de la crisis en las vallas de propaganda del ayuntamiento: "Los sueños del hormigón engendran monstruos".
Recalo en una cafetería de la calle Manso, ya cerca del paralelo. Compro un zumo para distraer el hambre en el antiguo Condis y subo la calle ricart. Tras mirar un poco por dentro el Mercat de les flors(nunca había ingresado en el edificio a pesar de paso de los años)voy al LLiure. Nos ha tocado la sala grande...no me gusta, prefiero la pequeña, donde vimos el "asajant Pitarra". Además la espina que se traga un personaje de la otra obra que vi en la sala grande aún duele, aún está en mi garganta. A pesar de estos pequeños inconvenientes y de la pantalla con subtítulos en castellano e inglés que me molesta(he venido al teatro a ver una historia sin pantallas)me siento cómodo.El ambiente bo-bo, la armonía de edad mediana y avanzada, la cordialidad de los bolsillos con posibles medianos, crea un ambiente plácido sin lucha de clases.
La temática, efectivamente, se corresponde con la que ojoée en la web. Un familia nucleada en torno a un matrimonio convencional y sólido se ve enfrentada a diversos focos de conflictos: Claire, la hermana alcóholica de la mujer, que con sus verdades "punyents" pone a prueba la calma social; Júlia, la hija histérica, vuelve destrozada de su cuatro divorcio y busca desesperadamente reconocimiento y consuelo paternal. Finalmente, para rizar el rizo, Harry y Edna, los dos mejores amigos de la pareja-protagonista, se presentan en la casa presos(?) de un ataque de pánico y se autoinvitan. Los dilemas morales que producen las tensiones de tanto malestar se centran, inciden incisivamente incisivos sobre la pareja-sólida. La madre, Agnes, esfrozada, lucha por mantener la cordialidad. El padre, Toby, más elusivo, trata de quitar hierro a todos los asuntos aunque sabe que es el señor de la casa y habrá de decidir. La muerte de un hijo menor, Teddy, planea sobre los dos cónyuges. La dificultad de la convivencia, la necesidad humana de cargar las desgracias e incompletitudes sobre nuestros seres más próximos, no siempre tan queridos, el valor de la amistad, el sentido de la pareja...todo es puesto en cuestión.
En un escenario burgués, con sofás confortables y mucha copa y cóctel, se van sucediendo los diálogos que muestran como las pasiones se entrelazan y se disparan y reequilibran por esfuerzos por parte de algunos...¿Es necesaria la hipocresía para mantener las relaciones humanas?, ¿Hasta dónde queremos de verdad?, ¿Las situaciones incómodas muestran como de falsos e inconsistentes son nuestros valores morales?. El espectáculo va avanzando y navegamos entre tensiones no resueltas, complejos y reproches sordos. La partida, yo diría, queda en empate. Todos ven que todos son humanos, que se hace lo que se puede...no obstante, nos queda una amarga sensación de que la verdadera grandeza moral, la ética con mayúsculas, se ve derrotada en el fondo por la incapacidad de soportar los pequeños dramas cotidianos de la existencia.
Dejando de lado todo este panorama, vuelvo calle abajo. Paso por la plaza de las Navas(siempre en obras), por la calle Elkano, primer domicilio en la ciudad condal, la plaza del Setge de 1714. Y recuerdo a Xavi...que por cierto me manda un mensaje esa misma noche. Vuelve en Marzo, o eso parece, a Barcelona.
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