Como ya dije por aquí estamos sufriendo las consecuencias del Sónar/Sònar en Barcelona en particular y en mi piso en general. La ciudad condal se ve invadida por hordas de seguidores del eletrónico más innovador...llegados en avión, el barco o por carretera legiones de hipermodernos contonean sus cuerpos en cada plaza, beben y se drogan de mil formas y maneras, conocen gente, se desconocen a si mismo,etc,etc.
Y es que una gran ciudad, la gran ciudad de la globalización, no es más que un flujo. La gente entra y sale, va y viene. El puerto mueve toneladas de mercancías que abastecen desde los capbrabos y mercadonas hasta el último paki. Barcelona siempre hace un esfuerzo por congregar a gente venida de fuera entorno a un asunto interesante y particular: el congreso mundial del móvil, los festivales múltiples,las convenciones médicas,reuniones de negocios,el prat como hub europeo/mundial,las mancomuniones de pintores,anticuarios,globlageo,moda,turismo,salón internacional del automóvil y mil cosas más. La ciudad como marco del evento, como punto de reunión.
Es curioso como así se construye el binomio dentro/fuera, el soy-de-aquí-soy-de-fuera. Barcelona, como todas las grandes ciudades normalmente ha ido anexionando villas cercanas: sarrià, gracia,les corts,san martí de provençals...todo el sistema del eixample diseñando por el gran Ildefonso Cerdà fue concebido para vertebrar el territorio más allá de la Barcelona estricta. Y así se desarrolla la potencia de una urbe, que necesita tener la potencia creativa y organizativa para atraer a los múltiples átomos que giren entorno a ella y así devenir el centro de gravedad, la metrópolis que nuclee su entorno: España, Sur del Europa, Mediterráneo, en el caso de Barcelona.
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