jueves, 14 de abril de 2011
LA PLAZA DE ESPAÑA Y EL PARAL·LEL(II)
La avenida del Paralelo es una calle de la ciudad de Barcelona, que transcurre desde las Atarazanas Reales de Barcelona a la Plaza de España. El trazado de de la avenida coincide con el de un paralelo terreste: el paralelo 41º22'34", norte; de aquí le viene su nombre. Separa el barrio del Poble Sec de la Ciutat Vella y el Ensanche.
Fue inaugurada oficialmente el 8 de octubre de 1894. Tuvo diversos nombres, pero siempre fue conocida como el Paralelo.
Desde 1874: Avenida del Marqués del Duero
Desde 1932: Avenida de Francesc Layret
Desde 1939: Avenida del Marqués del Duero
Desde 1979: Avenida del Paralelo
Empiezo a bajar hacia el mar e intento intuir el bullicio de autrefois. A la derecha las empinadas calles del poble sec, que nos llevan hacia Montjuïc, a la izquierda el sucio, problemático, multiétnico y galvanoplástico raval. Esta vía realmente separa dos mundos y nos conduce a las cercanías del puerto y la rambla. Es como una línea mágica que nos permite estar en tierra de nadie. Leía recientemente en "El periódico" como el paralelo lucha por mantenerse como polo de ocio en esta concurrida barcelona, donde la competencia à cet égard no es pequeña en modo alguno. La parte alta quizás pueda parecer sosa, puede ser que esperáramos algo más. Los edificios no muy altos, característicos de este petit paris, se suceden de forma monótona.
Algún hotel ya nos indica que nos acercamos a algo destacable. Empiezan a llegar teatros y comenzamos a oler algo a mar. Llega el molino, ya restaurado. Delante de teatro Arnau percibimos esa nostalgia decadente, esta lucha entre el ser y el no ser que mantiene al paralelo en tensión. Recuerdos esplendorosos de borracheras neoburguesas y populares, edificos restaurados y decadentes que nos anticipan la degradación del raval, salas megaactuales como el Apolo(punto de reunión de modernillos de 30 y algos más menos), chimeneas de la canadenca que ya no tiran humo y se han convertido en punto de skaters suburbanos, pachangas raciales y niños varios, todo ello se mezcla para dar lugar a un cóctel incierto.
Bajamos un poco más, ya intuyendo el final. Llegamos a la muralla que fuera el límite(uno de los )de la ciudad medieval y desembocamos en una gran rotonda, con la aduana atarazanera. C'est fini, n'est-ce pas?.Enfilamos una rambla megaconcurrida sintiendo aún el resabio, el regomello de la aventura paralela, de ese sueño que se desvanece pero resiste. A más ver...
pd: como olvidar el lado popular de esta arteria, convenientemente resaltado por la figura de Don Alejandro Lerroux, españolista particular que saltó desde Barcelona, desde la otra Barcelona, a lo más alto de la política nacional, demostrando nuevamente la ineludible dimensión hispánica de la política catalana.
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