Con algunos de los compañeros del trabajo diserto sobre política valencia. Hace unos días, no sé si en sueños o por la calle cantabria, pensaba en la identidad valenciana. ¿No es valencia en sentido lato una muestra, quizás la mejor aunque no la única, de la España que no sabe salir de su propio laberinto y da vueltas, perdida, reviviendo insistentemente un cainismo que solo se pudo evitar gracias a Europa?.
Valencia, el Reino de Valencia, es hijo de una confederación. La articulación compleja de la España de la llamada reconquista dio lugar a un mundo multipolar, a la multiplicidad de reinos. Es precisamente valencia un hijo claro de esta política.
Atacado por el sueño de media tarde no sé si alcanzo con claridad a decir lo que quiero. La España del 78, como no podía ser de otra manera, se quedó a media. De aquellos polvos vienen estos lodos. Valencia representa la incapacidad hispánica para pensarse de forma pacífica en su complejidad. Español vs catalán y ni uno ni otro. Todos olvidan el componente aragonés y sobre todo la voluntad del poder real de construir una identidad abierta, que volviera a la viejas raíces romanistas que destruyeran la inicuidad del dominio personal feudal.
España se ha encontrado algo, al menos lo mínimo. Ha hecho falta una guerra civil. Menos mal que las potencias de la modernidad y la UE ponen freno a nuestras desmedidas pasiones. No nos encontramos en nuestro cariz real. Valencia se esconde de su misma y muestra así si destino radicalmente hispánico.
España se busca, se revuelve en el la siesta interminable de la historia
Sigamos buscando, no obstante. Suerte para el futuro...
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