Llevo ya unos 24 días en la provincia de Alicante. Poco a poco, desde que uno desembarca en la estación de renfe y sale, tras observar el gran ficus de la entrada, se aclimatando. El hombre, de nuevo con Ortega, es su circunstancia y la mía por un tiempo será Alicantina. Lo ha sido en realidad durante la gran mayoría de años de mi vida y es evidente que nunca lo dejará en el fondo de ser.
Desde que me dio por reflexionar sobre la identidad y la estructura política y social siempre me ha sorprendido la falta de libros sobre la cuestión. Acostumbrado a la obsesión catalana sobre lo propio, a esa vindicatio aeternitatis(si es que se puede decir de esta forma)a esta continua exaltación de lo propio de uno, el triste panorama de la inexistente personalidad autóctona me choca.
Aún recuerdo con decepción aquel fallido libro de Alcaraz Ramos "Alicante especulación", editorial Club Univesitario(que no es otra que la ligada a la macro imprenta Gamma, en la calle de Cottolengo de San Vicente del Raspeig, a pocos pasos de la residencia Ezme, donde viví durante en curso 2000-01).Lo advertía el propio Manuel Alcaraz desde el principio: era un texto sin forma, no demasiado ordenado. Se excusaba diciendo algo así como que o lo escribía así o no lo habría escrito. Curiosamente, junto con la no muy ciudada edición(tengo también malos recuerdos del papel)el propio libro era un reflejo de la ciudad, de una parte de aquello que se quería denunciar: dejadez, falta de vigor para hacer las cosas bien,etc. Pero claro, no había que imputarle nada al propio Manolo que era el que superando la desidia general se había decidido a hacer algo. Recuerdo con cariño como su plataforma de iniciativas ciudadanas luchó contra le desmás de Cacique Enrique Ortiz y su absoluto control de la taifa alicantina, materializada en el Plan Rabasa. Mirando por internet veo que siguen activos: http://www.pic-alicante.org/. Mucho mejor para Alicante.
Pues bien...yo realmente venía por aquí a, sumándome al aire de desgana que en realidad muestra la falta de referentes y la dificultad de la tarea, a ofrecerles un corta pega de un artículo leído ayer en el país(http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/07/22/valencia/1342986908_186123.html). Allá va:
UNA CIUDAD SIN MEMORIA
Jose Ramón Giner
Se han cumplido estos días los cincuenta años de la independencia de Argelia, que tanta repercusión tendría en Alicante. La llegada de un buen número de colonos franco argelinos, que vinieron huyendo de aquellas tierras, traería importantes novedades para la vida de la ciudad. Aunque la prensa de la época informó del suceso, lo hizo de manera ligera, como era entonces habitual. El primero en tratar el tema con la atención que merecía fue el profesor Antoni Seva. Su libro, Alacant, 30.000 pieds noirs, tuvo una gran repercusión en su momento, y sus ideas pasaron a formar parte del imaginario de la ciudad. Es probable que las estimaciones de Seva sobre el número de colonos que se instalaron en Alicante fueran exageradas. Los investigadores actuales estiman que aquellos 30.000 pieds noirs no serían, en realidad, más de 6.000. En cualquier caso, el efecto que su llegada tuvo sobre la ciudad está fuera de duda: Alicante se dio un baño de modernidad, que abriría la primera grieta en sus tradiciones.
El aniversario de la llegada de los pieds noirs ha coincidido con la publicación en la prensa de un artículo de Juan Antonio García Solera sobre Alicante. No es la primera vez que el arquitecto —hombre de una gran sensibilidad, excelente profesional— reflexiona sobre su ciudad. En esta ocasión, sorprende el tono pesimista del escrito, motivado por la situación que atraviesa Alicante. García Solera denuncia la despersonalización de la ciudad, su dispersión: “Se tiene abandonado el detalle público: aceras, mobiliario urbano etc., todo es anodino. Nuestra arquitectura tradicional es modesta pero no por ello está justificado este derribo masivo de la misma, sin respetar al menos aquellos edificios característicos. Esta ciudad ensanchada, diseminada, inconexa y fría, ¿es la ciudad que pretendemos? El desorden y obsesión por una desmedida ciudad manipulada por gente incompetente, nos ha llevado a conseguir una ciudad grande pero no una gran ciudad”, escribe el arquitecto.
¿Exagera García Solera? No, no hay exageración en sus palabras. Alicante ha alcanzado un grado de abandono imposible de imaginar tiempo atrás. En mi opinión, la situación empeorará conforme se prolongue la crisis económica, y afloren las consecuencias de la mala planificación urbana. Hoy, todo el mundo acepta que hemos llegado a este punto por las intrigas entre constructores y autoridades. Más difícil es responder a la pregunta de por qué los alicantinos no reaccionaron ante tanta barbaridad. En este asunto, la pasividad de los ciudadanos —con algunas excepciones— ha sido total. Incluso, hubo casos en los que se exigió la destrucción de la ciudad. ¿No eran alicantinos quienes pidieron el derribo de la Isleta, después de haber hecho lo propio, años atrás, con la Comandancia de Marina? No creo que existan muchos lugares donde se tenga un aprecio tan escaso por lo propio.
Mi hipótesis es que tal cosa ocurre porque el alicantino —al menos, el alicantino al que se refiere García Solera— no existe. Las condiciones naturales de la ciudad, que habían formado su imagen desde tiempo inmemorial, han desaparecido durante los últimos cincuenta años. Desde la llegada de los pieds noirs, Alicante ha vivido sucesivas inmigraciones que han acabado por crear una nueva mentalidad. La ciudad ha cambiado sobre la marcha, a medida que lo necesitaba y ha perdido la memoria en el proceso. Ese fermento cultural que es la base de una comunidad y permite crear una identidad propia, no existe en Alicante. Somos una ciudad sin memoria, y de ahí que nos importe tan poco lo que hagan con ella.
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Solo dos ideas más para terminar. Aunque yo veo en la Comunitat Valenciana fusterianismo por todas parte y esto es deformación profesional, no deja de recordar demasiado el argumento a "Un país sense política". La verdad es que cuando uno va por Alicante piensa, y no hace falta tener en la mente el eixample de Barcelona, que algo falla. Todas esas urbanizaciones incívicas, mundos playeros cerrados, microcomunidades de madrileños, vascoso similar y veraneantes, que ven la ciudad como un mero lugar de recreo, como un centro de compras...todo está desarticulado, como sin alma. Nadie piensa la ciudad por y para el bien común. Pero, como decía cuando aludí a Fuster, no todo debe basarse en la recuperación de la identidad. Como historiador soy consciente de que recordar la que fue Alicante cuando esta urbe tuvo una conciencia más ciudadana y cohesionada es importante. Pero no se trata solo de volver a unas raices más valencianizadas( o no). Existe una lucha cívica, anclada en el republicanismo clásico, que ha de ser reforzada. Aunque es evidente que esta tarea no puede acometerse sin una población arraigada, con sentimiento de pertenencia, dudo que la base de esta pueda ser articulada en el Alicante actual entorno a una identidad "valencianizada o valencianista". Pero sí es necesaria una conciencia cívica, que respete el entorno del Alacantí y sus raíces y que ejerza de capital de la provincia. El ejemplo de Elche ofrece el contrapunto perfecto. ¿Qué pasaría en la provincia si Ilice Augusta fuera la cabeza política?. Es posible que otro gallo nos cantara. Pero la capitalidad de Alicante no está, sin embargo en cuestión. Los demás ciudadanos de la provincia hemos de exigirle que la ejerza, y de la mano de Elche y otras potencias medias. Pero claro, ¿cómo vamos a pedir liderazgo a un ciudadano de Alicante capital que ni siquiera es capaz de gobernar su propia ciudad?. Bueno, no seamos negativos, ánimo y futuro que las potencialidades del territorio en su conjunto son tan grandes como desaprovechadas. A los incrédulos: pasense por el Aeropuerto.¡Alicante tiene más de tres cosas!. Un saludo.
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