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sábado, 10 de marzo de 2012

UNA COMPLEJIDAD OMINOSA

Dejo pendientes algunas historia para hablar, brevemente, sobre Valencia. Solo he vivido en esta ciudad un año pero por diversos motivos académicos y vivenciales, la he transitado mental y realmente durante años. He dedicado bastante tiempo a rastrear y a meditar Valencia. La verdad es que hace demasiado tiempo que no me planto allí y hay algo dentro de mi que me impele a volver. Unas cuantas historia vistas y oídas en los medios me llevan a segregar este post. En primer lugar, por supuesto, el interesante movimiento conocido como la primavera valenciana. Tras las movidas del 15-M y alguna que otra algarada simpática en Barcelona una Valencia más compleja de lo que parece toma la palabra con movidas callejeras. Y es que parece desde fuera que todo es PP, que todo es valencianismo más o menos blavero, españolista y anticatalán. Pues no. Es evidente que la mayoría social valenciana grita y mucho y espolea a un Camps libre de toda culpa, tras ser declarado inocente por un jurado popular. Pero existe otro Valencia, aquella que está cansada de tanto despilfarro, corrupción y mediocridad. Otros dos testimonios absorvidos ayer me recuerdan el carácter valencia. Escucho en la radio del coche una tertulia catalana del fútbol. No sabemos muy bien porque se ha colado un valenciano que habla del Valencia CF. El tema es que, incomprensiblemente para todos los demás oradores, no está satisfecho con el equipo. Siempre tercero tras las dos potencias futbolístas y políticas del país, Madrid y Barsa, el Valencia fue eliminado de la Champions relativamente pronto pero lleva a cabo un performance efectivo en la más modesta europaleague. Pues buen, la parroquia valencianista quiere más, no está dispuesta a aceptar que la mala situación económica del club, que deriva, no lo olvidemos, de la mala gestión general que ha llevado a cabo la sociedad valenciana de su efímera riqueza. El equipo debió vender a sus cracks(mata, villa, silva)por causa de una economía basada en el pelotazo urbanístico. Pero Valencia no acepta ser menos, no puede soportar no ser primera, no estar entre los grandes de Europa. Recuerdan los aficionados las dos finales de la liga de campeones perdidas y se lamentan. Los catalanes de la tertulia no comprenden esta falta de realismo de los valencianos. Con lo que tienen lo hacen perfecto, insuperable. Pero claro no entienden que Valencia lo quiere todo, no acepta nada que no sea el máximo, y para mantener esta ilusión, esta voluntad de grandeza total, es capaz de negar hasta el ridículo su realidad de potencia media. Esta es la clave que permite en Valencia, más que en otras partes, jugar a generar espejismos de poder, autorepresentaciones gloriosas con pies de barro. Para complicar más la cosas tenemos un problemón identitario adicional: Valencia es española hasta la médula pero habla Valenciano/catalán sin hablarlo realmente. Ayer la combativa diputada de Compromís Mònica Oltra acusó a Dona Rita(nuestra Blasco Ibáñez del siglo XXI)de corrupción. La gran alcaldesa le respondió con una curiosa frase:-Retire lo diche, no le permito a usted acusarme de haber "furtat diners als valencia" si no se enmienda le llevaré a los tribunales. De nuevo, tal y como hacía camps tanto otros, se usa el valenciano en la parte más emotiva e identitaria y el castellano para la parte más formal y estándart(la amenaza, el recursos al poder del Estado, en castellano). Curiosa tierra, curiosos devaneos y contradicciones que desde Alicante nos miramos con escepticismo. Vienen las fallas, ¿Visca València lliure?.

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