Leo en estos días en que ya se adivina la primavera en el calendario un buen libro de Anthony Padgen, colega del ramo. Se titula "Mundos en guerra, 2500 de conflicto entre oriente y occidente". Me viene perfecto para pensar Europa.
El mamotreto(buena palabra)parte de una premisa básica, evidente, vivida pero poco pensada: Europa nació de Asia, nació contra Asia. Europa era una mujer asiática conquistada por un toro europeo, para más señas Zeus.
Europa es la parte final de Asia, un extremo asiático ensimismado, empeñado en mirar al océano, en buscar nuevos mundos. Europa, por mediación de España y del mal cálculo, inventó América y su mezcla occidentalizada.
El hermano mayor, Asia. No se resginó y ahora más que nunca no acepta la derrota. Europa tomó muchos nombres: Grecia, Roma y el cristianismo los más antiguos.El Islam es la última encarnación de una Asia que se mira con desconfianza, que se pretende enfrentada con Europa de forma perpétua e insufrible. Son Caín y Abel, son los hermanos irreconciliables.
La nueva Roma, ¿Es EEUU o es la UE?. Los dos y ninguno. Lo que está claro es que el relevo del poder asiático ha tomado forma de Dragón. China crece extraordináriamente y junto con India nos recuerda que no es occidente todo lo que reluce.
De nuevo hemos de concluir con el rol que creo debe jugar la UE: como Europa vencida, agotada por la guerra, hemos de hacer ver a los supuestos contendientes el valor del acuerdo, del imperativo categórico y del método comunitario que se basa en el derecho compartido y la cesión de soberanía. Esta es nuestra misión, nuestra aportación necesaria al mundo. ¿Créemos en la gravedad de la tarea?.Por ahora no, o no con el rigor y entusiasmo suficiente.
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