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sábado, 24 de agosto de 2019

PLAYA, CAOS Y ORDEN: LA ESQUINITA Y SUS GUERRAS





Arenales 2019…podría ser cualquier año, esta historia se repite una y otra vez.
La playa en agosto es pura “insociable sociabilidad”. El calor lo marca todo, la peña quiere bañarse, estar fresca, disfrutar de ese mundo de fantasía que es la paya...

Una de los problemas de la humanidad es que todos queremos lo mismo al mismo tiempo. En verano, estas calles de arenales tan desérticas y tranquilas el resto del año se llenan totalmente, quedan abarrotadas de...¡Coches!, sobre todo coches.

En la provincia de Alicante hay tan poco transporte público que, aunque algunos buses viene a arenales procedentes de Alicante o Elche casi todo el mundo, yo diría el 90% de la gente, viene en coche.



Y claro, el coche hay que dejarlo en algún sitio...aparece entonces uno de los grandes problemas de nuestras saturas sociedades postmodernas: encontrar aparcamiento. Ya lo dijo Ortega, es la rebelión de las masas.
Todos tenemos derecho a tener un coche, todos tenemos dinero más o menos, un cochecito lo tiene casi todo el mundo. Pero claro, ahora ya no tenemos un coche por familia, como cuando el famoso 600, ahora tenemos un coche por persona. ¿45 milones de coches en España? Díficil de gestionar, de aparcar, de lidia con toda esta contaminación....7000 millones de personas=7000 millones de coches?, con eso el planeta sí que no puede lidiar, eso seguro.
Pero claro, nosotros tenemos coche,¿vamos a decir a los demás habitantes del mundo, a los indios, a los chinos, a los africanos, qué no pueden tener un coche?, difícilmente les convenceremos si nosotros no dejamos de actuar como hasta ahora....



Pero me estoy desviando de la cuestión de hoy, ya me ha salido el típico post de enviedebarcelone que es 70% introducción vaya.  Quería hablar de mi esquinita, la esquinita famosa del edificio Gran bahía, sita en la confluencia de la avenida San Bartolomé de Tirajana y la calle Isla de Menorca.
Mi esquinita, nuestra esquinita, la esquinita de todos. La gente ha dado vueltas y más vueltas...aparcar requiere orden, concierto, dejar el coche en un lugar legal, habilitado, donde no moleste, Pero claro, en un contexto saturado eso es muy difícil...y bueno, si en realidad solo voy a para un momento a dejar a la familia cerca de la playa, justo al final de la avenida por la que acabo de llegar a arenales no pasa nada...total, solo es un momento. ¿Dónde paro?, pues aquí hay una esquinita en la que no molesto a nadie.



Los más lanzados así piensan; o más bien piensan poco y solo desembarcan, para un momento, dejan las puertas abiertas, van descargando, esperan a la abuela, al niño que tiene que bajar la colchoneta, Juan ha dicho que venía pero tarda, puede que haya ido a comprar un helado. Pero es que la esquinita está muy cotizada amigos...hoy mismo vi a la policía aparcar ahí.
Buen ejemplo para los demás, vaya. En la esquinita se puede aparcar básicamente en tres sitios. Pegado a la cera no molesta para salir del vado; está mal aparcado y ahora multan, ya nadie se atreve a dejarlo ahí, pero no molesta al vado...luego lo puedes dejar justo delante de la puerta del vado, y es que el vado, y esta es una de las cuestiones clave a la hora de hablar de “La guerra de la esquinita”, no lo ve mucha gente, simplemente aparcan, lo dejan un momento,etc
Luego esta la zona excluída, delante de los pivotes verdes. Hace unos 5 años no había pivotes verdes y la gente lo dejaba ahí. Ahora el ayuntamient pintó de amarillo la zona t la protegió con unos bolardos verdes, de esos de plástico. Pero resulta que la gente, la que a Ortega no le acababa de gustar, ha ido dando golpes a los bolardo y ha chafado e inutilizado 2 de ellos, dos estratégicos, claves, los de las puntas, y ahora se puede medio meter el coche dentro de la zona excluída, este año vi a varios hacerlo.




Como decía la gente no ve el vado....pero nosotros, que tenemos la suerte de tener la salvación del garage, lo tenemos muy en mente claro. Sabemos que cada vez que tengamos que salir o entrar va a ser la guerra...gente pasando por en medio sin mirar, el coche de policía mal aparcado, un coche negro haciendo marcha atrás que te tapa la salida, y, al lado de los bolardos, otro haciendo la operación de carga...descarga habitual. Poco a poco vas sacando el morro y la gente se da cuenta del que el vado existe, de que te está impidiendo salir, de que puede ser que moleste. La gente enseguida lo va sacando, pero hay que ir con mil ojos, el niño que se cuelta, la senyora con la colchoneta, el repartido que ha aprovechado la esquinita y está dejando las cervezas en el bar Gran Bahía o en “La mar salá”, que sustituyó al clásico, “Bar jamón”...te incorporas con cuidado, yo ya he aprendido a no enfadarme, voy lento y salgo casi siempre sin problemas..



He entendido la psicología de la esquinita, esa necesidad de asalvajarse un instante, de soltar los institintos entre tanto orden, tanta gente, tanta opresión del yo, opresión de un ego expansivo, lúdico, que viene de Madrid o Ayamonte y ha hecho cientos de kilómetros para llegar a los Arenales de Sol pero no  puede aparcar...y ese “homos playerus” no resiste la tentación y para, acapara, abusa, okupa, la esquinita, nuestra esquinita, la esquinita del conflicto, ese punto de encuentro, ese lugar de todos y de nadie, es centro de la polémica, ese oasis de libertad y descontrol en un agosto overcrowded, sobrepoblado...ese bálsamo para la ansiedad que te permite, por un instante, dejar el coche donde sea, sin pensar y avistar el objetivo que durante meses de trabajo, tuviste en mente...llegar a la playa, al mar, al descanso, al momento para ti, al “aquí si soy yo mismo lejos del jefe y la oficina”.

Todo esto y mucho más es lo que transmite la esquinita, pura metàfora del deseo humano, puro lugar donde el orden se vuelve descontrol, puro lugar donde, por un instante, el “homo playerus” siente por un instante que todo es suyo, que puede gozar de verdad y que, tras muchos meses de negociar pulsiones con el otro, puede tenerlo todo y ser todo. La playa, ese lugar metafísico...y el umbral, ese topos de transición simbólica del mundo ordenado del trabajo, de un mundo dominado por las normas y el otro, el umbral, la puerta que te da acceso a ese paraíso tanto tiempo soñado, no nos engañemos, ese lugar es la esquinita, nuestra esquinita, la esquinita de todos.

Salut que se acaba el verano, dwww

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