Però, com quasi sempre, ja he cambiat el focus. Hui diumenge a ronda sur...es amable el diumenge al lleuger eixample crevillentí. Hui duimenge sempre escribia al anu 2014, fa ja cuatre, quan vaig viure ben feliç aquí. I ara, hui, vull escriure sobre les espraetes a l'hort sant martí, al campo, com deiem en el nostre valencià-castellà consuetudinari, esta barreja indescriptible de valencià col·loquial arabitzat i el castellà més palmari.
Aquells diumenges al camp dels abuelitos, al jardí, sobre tot al jardí. Els gosos, els xiquets de la Núria, la aguelita Antonia Antón, Antoñita per a tots...el aguelo Antonio, tranquil, lleguint l'ABC. Al sofà esperaven el fútbol, sempre el fútbol. Primer l'escoltavem a la ràdio, espectants, sense vore res però sentint molt. Després al canal+, el partit dels diumenges. Tranquil, viviem la lliga amb emoció, sobre tot jo i la abuelita...la Julia i les nurites corrien d'aquí-allà.
El berenar, els pares no estaven, estaben al cinema. Seria l'any 1990 o aixó, tal volta el 93. La cosa es va allargar, ben és cert. Jo anava a estudiar l'exàmen del dilluns, del colege primo de rivera, al llit dels abuelos de l'ala nova que havia fet construir don Antonio Pérez-Adsuar Candela. Allí tirat li donava una ullada al llibre i prou, i a mirar el futbol.
En aquell mateix llit vaig vore per última volta a la meua abuela antoñita...jo vaig pujar a jugar al ping-pong en el Sansano. I no la vaig poder saludar puix dormia...solament vaig escoltar, en la foscor, la seua respiració dificultosa i greu. No vaig poder escoltar les seues darreres paraules, no. No....
A les altres habitacions estaven els macià, estava la vida, que seguia el seu curs. Jo també seguia...als pocs dies va morir, era, crec, el 2003.
Els diumenges a l'hort. El jardí, els bancals, la porteria de fútbol del jardí, les formigues, els columpios, el tobogan...els gosos, el sofàs del saló, els cuartos de dalt on veiem la TV o les películes religioses...els llaveros en la vitrina, que va heretar parcialment la meua germana Julia.
Aquelles vesprades infinites d'olor a Jazmín...¿què queda de tot això?. Al camp jo no hi vaig quasi quasi mai...l'arbre i el martell. Queda una ràdio de la antoñita, que tinc vaig de la TV...uns prismàtics del aguelo Antonio. I records, recors d'aquell benestar que intentem reconstruir ara, sense poder del tot...records de quan erem criatures i ens sentien estimats.
I hui, en la plaça del cavall i en wasap, difonc la bio que he fet de l'antoñita, per a Miguel Ors, de Elche.me, profe meu de la UA i costudi de la memòria d'un poble gran, Elx, del poble d'un antoñita que es va fer 100x100 de Crevillent, sense deixar de ser d'Elx. DEP...
Aquí la bio:
http://www.elche.me/biografia/anton-roman-antonia
iografia » Antón Román, Antonia
Antón Román, Antonia
Lugar de nacimiento:
Elche
Fecha de nacimiento:
1932
Lugar de muerte:
Crevillent
Fecha de muerte:
2002
Biografía:
Antonia
Antón Román (más conocida como Antoñita en Crevillent) nació en 1932.
Era hija de Carlos Antón Closa, uno de los socios fundadores de la
empresa Hiladora ilicitana, y Dolores Román Macià (Doloretes).
Hija única, pasó su infancia en Elche. Su padre, que hubiera deseado tener un niño, le dio una educación de corte más bien masculino. De él heredó su afición por el fútbol (siempre fue una forofa aficionada del Real Madrid) y su gusto por el tiro, llegando a ganar trofeos en competiciones realizadas en el club Tiro de Pichón de Elche.
Pasó la guerra civil española en la ciudad ilicitana; su padre vivió gran parte del conflicto encarcelado en el barco Rita Syster, que se encontraba en la ciudad de Valencia.
Al finalizar la guerra su padre fue liberado y se dedicó a realizar negocios en el ámbito agrícola, centrando su actividad en el campo de Elche.
Cuando ya era algo mayor Antonia Antón fue escolarizada en Madrid en las monjas irlandesas, lo que le permitió dominar el inglés, algo inusual para las mujeres de su época.
Se casó a los 23 años, en 1953, con el industrial crevillentino Juan Antonio Pérez-Adsuar Candela, hijo del fundador y propietario de la conocida fábrica Alfombras Imperial de Crevillent.
Tuvieron cuatro hijos: Antonio (1954), Carlos (1956), Martín (1960) y Nuria (1961). Antonia fue una ama de casa muy activa, que desarrolló una vida centrada en el activismo religioso, llegando a ser muy conocida y apreciada por toda la gente de Crevillent.
Vivió la religiosidad de manera inconformista, muy centrada en la ayuda al prójimo e impartió numerosas conferencias y cursillos en la localidad. También asistió a su marido Juan Antonio Pérez-Adsuar en labores de traducción, acompañándolo a múltiples viajes al extranjero, sobre todo a Inglaterra y Bélgica, en los que se compraba maquinaria para la fábrica de Alfombras Imperial y se realizaban importantes acuerdos industriales.
Murió de cáncer en 2002 tras una larga lucha con la enfermedad en la que maravilló a todos por la forma optimista y vital con que aceptó su situación. Un importante grupo de destacados crevillentinos han iniciado los trámites para que sea beatificada por la iglesia, hecho que muestra el cariño y afecto que siente por ella el pueblo de Crevillent, con el que se volcó durante tantos años
Hija única, pasó su infancia en Elche. Su padre, que hubiera deseado tener un niño, le dio una educación de corte más bien masculino. De él heredó su afición por el fútbol (siempre fue una forofa aficionada del Real Madrid) y su gusto por el tiro, llegando a ganar trofeos en competiciones realizadas en el club Tiro de Pichón de Elche.
Pasó la guerra civil española en la ciudad ilicitana; su padre vivió gran parte del conflicto encarcelado en el barco Rita Syster, que se encontraba en la ciudad de Valencia.
Al finalizar la guerra su padre fue liberado y se dedicó a realizar negocios en el ámbito agrícola, centrando su actividad en el campo de Elche.
Cuando ya era algo mayor Antonia Antón fue escolarizada en Madrid en las monjas irlandesas, lo que le permitió dominar el inglés, algo inusual para las mujeres de su época.
Se casó a los 23 años, en 1953, con el industrial crevillentino Juan Antonio Pérez-Adsuar Candela, hijo del fundador y propietario de la conocida fábrica Alfombras Imperial de Crevillent.
Tuvieron cuatro hijos: Antonio (1954), Carlos (1956), Martín (1960) y Nuria (1961). Antonia fue una ama de casa muy activa, que desarrolló una vida centrada en el activismo religioso, llegando a ser muy conocida y apreciada por toda la gente de Crevillent.
Vivió la religiosidad de manera inconformista, muy centrada en la ayuda al prójimo e impartió numerosas conferencias y cursillos en la localidad. También asistió a su marido Juan Antonio Pérez-Adsuar en labores de traducción, acompañándolo a múltiples viajes al extranjero, sobre todo a Inglaterra y Bélgica, en los que se compraba maquinaria para la fábrica de Alfombras Imperial y se realizaban importantes acuerdos industriales.
Murió de cáncer en 2002 tras una larga lucha con la enfermedad en la que maravilló a todos por la forma optimista y vital con que aceptó su situación. Un importante grupo de destacados crevillentinos han iniciado los trámites para que sea beatificada por la iglesia, hecho que muestra el cariño y afecto que siente por ella el pueblo de Crevillent, con el que se volcó durante tantos años
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