Escribo para reportar sobre mi ligera viaje por Hispania en este verano 2014. Me encuentro en Logroño...llegué hoy sobre las 15'30h y estoy aclimatándome a la Rioja. Por eso hablaré de Soria, de donde salí hoy a las 14h con una hora de retraso del bus.
Soria es coqueta y pequeña, con más buena onda y cosas que hacer de la que quizás esperaba. Es verdad que da la impresión que tras día y medio no hay nada que hacer pero desde luego es agradable. Situada entre la Rioja, Aragón, la Castilla más centrada (Burgos, Valladolid), Madriz y Guadalajara, vive a orillas de Duero.
Frío, mucho frío para agosto. Eso ha sido evidente. El clima determina mucho la vida soriana y su situación en un valle entre dos montañas lo hace fresco, muy fresco. Si en pleno agosto corren estos vientos helados no quiero imaginar Enero. Desde luego el carácter del soriano ha de quedar marcado por esto...nada más llegar entendí que los pantalones cortos alicantinos no servían aquí.
Dos días antes había sudado al estar 4 minutos arreglando mi coche al sol; marcaba su termómetro 39. ¡Esto sí son las dos Españas! jajaj. Como sabéis estoy leyendo el libro de Villacañas sobre la historia del poder político español que ayuda a ambientar un viaje en el que Soria y Logroño no salen demasiado. Desde luego Logroño es más grande y supongo que ser capital autonómica lo habrá consolidado.
Soria es tranquila, ideal para leer, tertuliar y componer poemos; perfecta para Becquer, Machado y Gerardo Diego. El personal no mira sus móviles casi nada y los chavales y los niños son antiguos y juegan. Los adolescentes se entretienen chutando balones y apurando los primeros paquetes de tabaco y comiendo pipas en la Dehesa, en lo alto de la Alamenda de Quevedó, más allá del paseo del Espolón.
La inmigración es iberamericana y leal y reina la tranquilidad. Se reinvidican carreteras mejores y los universitarios marchan a Madrid, Zaragoza y Valladolid. Especial conexión parece haber con la capital Aragonesa...ayer ganó en Numancia al Zaragoza precisamente 1-0 en los pajaritos.
¿Qué palabras se aprenden por Soria?: marbacana, merino, torrezno, espolón, venerable..hay muchos palacios nobles algunos bien conservados pero se observa que fue plaza pequeña y no muy influyente. Todo aquí es menudo y medible, de escala humana.
¿Qué más?...iglesias por un tuvo, conventos, clarisas, dominicos, jesuitas. La religión marca el tono de la ciudad que no conserva apenas muralla ni castillo. No parece haber mucha industria y en la tienda de productos típicos hay mucha viada de fuera. Tierra amable, sin pretensiones, reposada, sin disco-pubs ni estridencias, sin cochazos tipo "pelotazo-urbanístico-levantino" por decir algo.
Gente agrabable; en ocasiones me pareció sentir acento vasco en el castellano de Soria, ese hablar recio y directo. Los chavales van un poco vascos, sobre todo los chicos, algo de pelo largo y pendiente, pero tampoco mucho. Las niñas hablan con las abuelas y el wasap y la conectividad no ha invadido las mentes. En casino, un cine-club, algunas librerías pequeñas, viejos de boina hablan de tomates. Así es la pausada Soria pura, la fría y sosegada Soria, cabeza del extra-Dourum, osea de las tierras más allá del Duero a partir de las cuales Castilla forjó su gloria guerrera terrible e imperial, de base tan endeble, como nos dice José Luís. Grande Soria, volveremos.
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