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viernes, 21 de octubre de 2011

¿PARA LLEGAR A QUÉ?



Ya he hablado aquí algunas veces de la prehistoria. Siempre suelo empezar con una crítica a aquellos profesores de la UA que quizás eran grandes excavadores pero desde luego no destacaban por su capacidad como docentes. A ellos les debemos unas cuantas horas de empollar manuales hipermegadescriptivos. Acabábamos detallando la estructura y composición de una cueva perdida en Serbia donde se habían descubierto unos cuantos huesos y algunas vasijas junto a un fuego extinguido hacía milenios. Era puro absurdo. También hubimos de aprender a identificar unos cuantos cientos de tipos de cerámica. Menudos cacharrólogos. Y no obstante, siempre hecho de menos una interpretación valiente y filosófica de aquella etapa que representa el 99'9% de la vida de la humanidad. Y es que fue un milagro que aquellas bestias que fuimos sobrevivieran en un mundo hostil.

Hemos reflexionado sobre esto a través de la no ininteresante "En busca del fuego"(http://es.wikipedia.org/wiki/La_guerre_du_feu). La pregunta que me asalta de forma inmediata es ¿tanto hemos cambiado?. Y en verdad bajo toda esta sofisticación, esta tecnomanía actual aún está aquel engendro derivado del mono, salvaje, egoista, asustadizo,ávido de poder, distraido...miro en NBC a un anglófono mover intuitivamente el último gadget con android y no puedo evitar ver a aquellos homínidos guturales que se entusiasman con cada chispa del fuego-dios recuperado tras largas luchas. Como bien decía Voltaire en un fragmento que leí en el museo de la ciencia de Tokio, la cultura nunca será más fuerte que la naturaleza. Y es por todo ello que creemos que nunca está de más reafirmar la necesidad correctora de la misma. De nuevo la batalla necesaria, siempre perdida en el fondo, de nuevo la paradoja del barrendero.

En estas reuniones de salones espléndidos del ensanche, donde se congregan egregios mandaries, guardianes del Estado y la ley, no veo yo nada distinto a lo que pudimos observar cuando veíamos como deambulaban los sapiens sapiens por la sabana: carreras por la comida, apretones, rivalidades, músicas que animan el corazón,una voluntad de fratenidad reñida con las ganas de destacar, de mostrar con atuendo y emperifolles el caché, la clase y la relevancia que uno tiene y se da....en definitiva una élite gustosa de reconocerse, de autoreproducirse en sus símbolos y liturgias. Y es que bajo los muros de nuestras construcciones orgullosas, baja nuestro estado de derecho, nuestra democracia, nuestras gafas, zapatos y vocabulario(perdones incluidos)todavía podemos entrever, si es que queremos mirar, aquel quejoso bicho que consiguió salir de la noche de los tiempos para, verbigracia, usar su Ipad en una noche de viernes.

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