domingo, 29 de marzo de 2020
VOLVIENDO AL TERRAT: RECUERDOS
Vuelvo, como casi siempre, a vivir en 1998. O tal vez antes...este viaje en el tiempo lo propician mis visitas al tejado. El tejado siempre ha sido, para los que no tiene casa o tiene poca, el refugio. Sansano cuando se fugaba del IES pero tenía que llegar a las 15'20h para que su madre no supiera de la evasión esperaba en el tejado...al final se unía más gente y acababan haciendo reunión.
El tejado de la casa huerto San Martín también era interesante, ahí descubrimos cosas. El tejado, el terrat, es ese sitio donde soñar, donde ser otro, donde divergerse. Todo se ve diferente, hay más altura...se observa mejor el horizonte. Ahora, con el confinamiento, todos vuelven a acordarse del tejado, ese tejado que en tiempos de paz solo sirve para subir a tender la ropa y bajar corriendo.
Tejados de Valencia, ante la ira hay que tender la ropa. Tejados de Barcelona, de hoteles al final de curso...Tejados adolescentes para soñar a Cortana. Ahora mismo están los hijos de mi prima en el tejado; tendrán un par de años y recorren el tejado con sus cochecitos porque ha salido el sol...y es que el sol, en estos tiempos de encierra, está haciéndose caro de ver, fa cara de vore.
En himno del atlético de Madrid ameniza y anima en esta mañana de domingo que preludia un lunes sin sustancia, un lunes no lunes. Sansano recorrerá la Vega pero casi todos se quedan en casa.
Tejados para leer, para escapar de las tensiones familiares endémicas. El tejado es la casa sin serlo, está uno en casa pero sin tener que jugar un rol en el teatro con padre, madre, hermana, hermano y mascotas.
Al tejado uno sube para ver la nit del Alba, como subíamos en Elche hace tanto tiempo. Tejados de Madrid, mi pretendida nueva capital. Tejados tristes, donde auto-excluirse, donde refugiarse...rellanos excitantes en ocasiones, un recurso.
¿Hay quién se droga en el tejado? Ahora que vapeo no puedo descartar nada...las obras de teatro Chapí no avanzan, ahí está el hueco creado que mira tranquilo como no se labra su tierra.
El tiempo está detenido, todos en el limbo parental habitan. Nos queda el tejado cuando la vida se atora. Leyendo y leyendo aislado, subía al Miguelito para que viera la vista. Y es que desde casa no se ve el fondo ni Guardamar ni la torre de los americanos pero sí desde el tejado.
Paréntesis extraño, nos frena y nos lleva a recordar que existe el tejado. Yo hago deporte allí estos días, me muevo lo que me dejan como le dije al maestro JuanMa Serrano de Elche. Y siempre, cada noche al bajar la basura estornudo haicghschiiiisssgg! Como hace 25 años...¿Nos dejarán ser nosotros mismo aunque sea en los tejados? Está prohibido soñar en un futuro mejor pero nos resistimos a aceptarlo.
Por eso nos vemos en el tejado.
PD: voy a leer. Leer es un contratiempo...como un contratiempo es visitar el tejado
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