Aquí va, para satisfacción de mi 25% elchero, y para fijar así mi vinculación de un Elche que siempre he sentido como mío.
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Biografía Antonia Antón Román
(Antoñita)
Antonia Antón Román (más conocida
como Antoñita en Crevillent) nació en 1932. Era hija de Carlos
Antón Closa, uno de los socios fundadores de la empresa Hiladora
ilicitana, y Dolores Román Macià (Doloretes).
Hija única, pasó su infancia en
Elche. Su padre, que hubiera deseado tener un niño, le dio una
educación de corte más bien masculino. De él heredó su afición
por el fútbol (siempre fue una forofa aficionada del Real Madrid)y
su gusto por el tiro, llegando a ganar trofeos en competiciones
realizadas en el club Tiro de pichón de Elche.
Pasó la guerra civil española en la
ciudad ilicitana; su padre vivió gran parte del conflicto
encarcelado en el barco Rita Syster, que se encontraba en la ciudad
de Valencia.
Al finalizar la guerra su padre fue
liberado y se dedicó a realizar negocios en el ámbito agrícola,
centrando su actividad en el campo de Elche.
Cuando ya era algo mayor Antonia Antón
fue escolarizada en Madrid en las monjas irlandesas, lo que le
permitió dominar el inglés, algo inusual para las mujeres de su
época.
Se casó a los 23 años, en 1953, con
el industrial crevillentino Juan Antonio Pérez-Adsuar Candela, hijo
del fundador y propietario de la conocida fábrica Alfombras Imperial
de Crevillent.
Tuvieron 4 hijos Antonio (1954), Carlos
(1956), Martín (1960) y Nuria (1961). Antonia fue una ama de casa
muy activa, que desarrolló una vida centrada en el activismo
religioso, llegando a ser muy conocida y apreciada por toda la gente
de Crevillent.
Vivió la religiosidad de manera
inconformista, muy centrada en la ayuda al prójimo e impartió
numerosas conferencias y cursillos en la localidad. También asistió
a su marido Juan Antonio Pérez-Adsuar en labores de traducción,
acompañándolo a múltiples viajes al extranjero, sobre todo a
Inglaterra y Bélgica, en los que se compraba maquinaria para la
fábrica de Alfombras Imperial y se realizaban importantes acuerdos
industriales.
Murió de cáncer en 2002 tras una
larga lucha con la enfermedad en la que maravilló a todos por la
forma optimista y vital con que aceptó su situación. Un importante
grupo de destacados crevillentinos han iniciado los trámites para
que sea beatificada por la iglesia, hecho que muestra el cariño y
afecto que siente por ella el pueblo de Crevillent, con el que se
volcó durante tantos años.